Mario trabaja con el telegrafista Don Cosme. Este hombre tenía dos principios que eran el socialismo y el porte del copete en la oficina. Por eso podía acceptarlo todo del joven: su cabello como el de los Beatles, su bluejean sucio, su chaqueta descolorida mientras llevaba su copete dentro de la oficina. No acceptaba unos buenos días sin copete.
Aquella mañana, cuando el carterito le preguntó si tenía correspondencia para el poeta, Cosme le dio muchas cartas y un telegrama. El muchacho sólo con el telegrama se fue pedaleando hasta la casa del Vate donde no le encontró. Después de llamar a la puerta decidió ir a la playa. Allí le vio y corrió hasta él en la arena, le dio su telegrama y le anunció que estaba loco enamorado de una tal Beatriz. Don Pablo le respondió que era nomal porque las Beatrices producían amores de gran importancia pero le preguntó cómo podía ayudarle y cómo la había conocido. Mario la había conocido en un restaurante a orillas de la playa donde la mujer trabajaba. Su problema era que cuando estaba delante de ella, las palabras le faltaban, se quedó mirándola durante diez minutos y no supo que decir sino: "¿Cuál es tu nombre?" o repitirlo "Beatriz González".
El chico quería que el poeta le enseñara a hablar delante de la mujer de sus sueños. Pablo Neruda no le respondía, escuchó la historia de Mario y después le dijo que le gustaría poder leer su telegrama tranquilo.
El muchacho enamorado se fue diciéndole "¡Hasta luego!".
Célia
En una primera parte vamos a descubrir al jefe de Mario y en otra veremos su desesperación y cómo necesita al poeta.
