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Arroz con leche

Para seis personas :                                            
6 cucharadas soperas de arroz (unos 100 g)
1 cáscara entera de limón
1 litro de leche
8 cucharadas soperas de azúcar (unos 100 g)
canela en polvo

 

  • En un cazo se pone la leche a cocer con la cáscara del limón; cuando cuece a borbotones se echa el arroz. Se le da unas vueltas para separar los granos y se deja cocer a fuego muy lento, cuanto más tiempo mejor, hasta que el arroz esté muy blando y la leche haya bajado de mitad.

  • Se retira del fuego, se añade el azúcar y se revuelve. Se dan unas vueltas en el fuego, se le quita la cáscara de limón y se vierte en la fuente donde se vaya a servir. Tiene que quedar caldoso, pues al enfriarse se embebe leche y si no quedaría muy espeso.

  • Se adorna con canela en polvo. 

  • En verano se puede meter el arroz con leche, una vez frío, en la nevera antes de servirlo.

Sí, creo que estos sabores de infancia los recordamos con mucho cariño, sobre todo nosotros los desarraigados. Precisamente las migas de mi mamá me encantaban, me parece que las solíamos tomar los domingos (o al menos en días señalados), de desayuno o de merienda, ya no sé. También me chiflaban las castañas asadas que compraba en invierno por una peseta (daban diez, de eso me acuerdo bien; hablo de los años cincuenta y cinco-cincuenta y seis) al ir a la escuela o al volver; sacaba las castañas del papel de periódico que servía de envoltorio y las metía en los bolsillos del abrigo para calentarme las manos y luego, poquito a poco, las iba saboreando por la calle.

Recuerdos de los sabores de infancia, sí tengo, y no he hablado de las lentejas, de los garbanzos, de los frisuelos, del arroz con leche, de las natillas, pero recuerdos de recetas ni una. En aquellos tiempos ni siquera imaginaba que un sabor era el resultado de una receta, de los ingredientes que contenía. Pero en casa tenemos un cuaderno de recetas de mi madre (de su puño y letra) que datará de los años treinta; más que cuaderno tiene pinta de documento para paleógrafos, casi ilegible por el paso de las años y la tinta desleída, como pasada por agua. No cobramos por consultarlo.

JMFG, St-Martin d'Uriage (38)

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