- Se trincha el pollo en trozos. En una
cacerola se pone el aceite a calentar. Cuando está en su punto se echa el
ajo picado, no muy menudo. Se le da unas vueltas y se añade el pollo. Se
rehogan bien los trozos de pollo, hasta que queden bien dorados.
- Se añaden los pimientos, los tomates y la
cebolla cortados a trozos medianos. Se sazona con sal. Se mueve bien con una
cuchara de madera y se rocía con agua (también se puede poner un poco de
vino blanco).
- Se cubre con una tapadera la cacerola, y a
fuego mediano, se hace el pollo durante más o menos una hora.
- Se sirve inmediatamente en una
fuente.
Como buena maña, gran parte
de mis recuerdos felices van relacionados con las fiestas del Pilar. Aquellos
días, eran, para nosotras que fuimos mozas en los años cuarenta, una pausa en
nuestras vidas a veces difíciles.
¡Qué alegría cuando la señora Marcelina llegaba del pueblo, de Bardallur,
con las cestas llenas! ¡Qué ricas me sabían aquellas madalenas recién
hechas! ¡qué bueno el pan casero! Algunos años, hasta mantequilla traía. La
untábamos en el pan, con un poco de azúcar en polvo. ¡Qué rebanadas!
Pero lo mejor era el pollo que mi abuela guisaba con pimiento y tomate. El pollo
que nos sabía a libertad, porque aquella tarde, a mi hermana Teresa y a mí,
nos dejaban salir solas por las calles.
Carmen Pedrosa,
Gières (38)
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