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Travaux d'Elèves

Dalí 2004
Textos escritos por los estudiantes de TS2, 2003-2004  


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El caballero de la muerte (1937)

 

Tema : Entras en el cuadro y...

¡Ojo! Sólo los errores que hacen incomprensible el texto han sido corregidos

Auriane

Cécilia

Julie

Julie-Anne

Manon T

Marine

Marion

Max

Ophélie

Romain

Virginie

 

 

Abrí los ojos. Había cara a mí, un hombre y un magnífico caballo blanco. Divisaba a lo lejos colinas. No había un ruido. Era muy espantoso. Grandes nubes negras recubrían todo el cielo; tenía miedo. Tenía la impresión que era el último día de mi vida porque todo aparecía ser sin vida: el hombre, el caballo pero los árboles también. Pensaba que era el fin del mundo.
El cielo, el hombre y sobretodo el caballo me remitían a la muerte

Virginie R.    Volver arriba

 

Soy el caballero del cuadro. Con mi caballo, la muerte va traendonos hasta un mundo desconocido. Me siento viva y muerta. ¿Peró que es estar muerta? ¿Estoy realmente muerta? Puesto que ya no me siento viva, es probable que estoy muerta. No se puede describir esta sensación, nada comparable en toda mi vida. Y la muerte, esta señora atractiva, fascinante, irresistible, quiero seguirla. Además mi caballo ya ha sucumbido a su encanto. Siento un contraste en mis sentimientos,¿ A quién quiero seguir? ¿ A La vida o a la muerte? Me ha llevado la muerte...un sentimiento de tranquilidad...

Marion G.    Volver arriba

Soy el amigo de la chica que está representada en el centro del cuadro. Se llama María. Pero nadie me ve porque Salvador Dalí no ha representado mi rostro y mi cuerpo. Miro la complicidad que existe entre mi amiga y el caballero. Este cuadro es abstracto dado que no estoy con el caballero sino que María es con él. Digo eso porque es mi caballero ! Se llama José. Pero María conoce mi caballero. Le gusta mucho por eso están juntos. Sin embargo, no soy un hombre celoso. Admiro la belleza de mi amiga y de mi caballero. Estoy escondido en el cielo. ¡Estoy embelesado! 

Romain M.    Volver arriba

Vestida solo de una gran sábana, no hago un movimiento, no respiro porque soy la muerte que opreso a todos los hombres del mundo, y espero a esta chica, arrodillada delante de mi servidor, un caballo negro como la noche. Espero en la niebla que esta joven mujer, magnífica criatura de la naturaleza, apague con las lágrimas de su sufrimiento las llamas de su vida. Espero con impaciencia que suelte la pequeña esfera conteniendo su último soplo. Representa la vida, tesoro sublime del que me alimento y que me subyuga. Pronto sucumbirá a mi llamada para regalarme su suculento savor dulce. Se acercará ligeramente con su gracia natural en el camino que le dibujará mi poder hipnotizador para estrellarse la alma contra mi cuerpo glacial.

Julie-Anne D.    Volver arriba

 

Me inclino hacia mi caballo. Veo a la muerte a lo lejos. Nos mira. Sé que está esperándome. Pero quiero olvidarla una última vez. Fijo mis ojos en los del caballo. Tengo la impresión de que entro en un nuevo mundo, de que me escapo de la realidad mirándolos. Ya no hay nada de importante. Ya no hay nada que existe. Ya no tenemos cuerpo, la muerte ya no es allí, somos sólo esta mirada. Aprovechamos de cada segundo que podemos aún compartir. Quisiera quedarme en sus ojos por la eternidad protegida por esta fuerza invisible. Pero ya oigo un sibildo estridente. Deseo sólo haber soñado. Pero sé que no puedo elegir. Tengo que ir ahora. El caballo cierra los ojos. Sé que ha comprendido. Y sólo ahora desvio la mirada de él para mirar a lo lejos, donde tengo que ir, hacia el incógnito. Y con un paso lento pero decidido, me voy siguiendo a la muerte.

Ophélie A.    Volver arriba

Andando por la planicie, ví a una mujer con una manzana en la mano. La levantaba como si fuera una ofrenda al Cielo para que la protegera de la muerte. Pero la sombra de la muerte apareció en la noche saliendo de la niebla. La mujer, con su largo pelo de ángel, creió su ultima hora llegada. Veyendo la escena que pasaba delante de mi, mis ojos se llenaban de horror. En este momento, un relincho llegó hasta mis orejas. Era un caballo que parecía volar en la noche. Creí que era el caballo de la muerte, pero, lo que me extrañó es que parecía querer proteger a la mujer. Se erguió delante a la muerte, intentó pisarle. Pero, la muerte es indestructible y nada ni nadie puede pararle. Entonces, el caballo miró por la ùltima vez a la mujer con la manzana, y empezó a evaporarse en el aire. Esta imagen se quedará grabada en mi espíritu hasta el fin de mi vida.

Julie D.    Volver arriba

Me despierto en un mundo extraño, no común…
Lo que primero llama mi atención es el ambiante…No sé como describirlo claramente pero es verdad que me molesta. ¿Cómo decir? ¿Cómo decir, explicar estas sombras, estas figuras esqueléticas, estos seres vivos…? ¿Realmente vivos? Todo en este paisaje es verdusco, oscuro … No es solamente mágico, y onírico, sino terrorífico y fantasmal también. En realidad, no comprendo muy bien el sentimiento que siento. De repente, un gran cansancio, un gran abatimiento se caen sobre mí, y me desanima. Saliendo de la bruma, de la niebla, un caballo se dirige hacia mí, o sobre todo, hacia una mujer esquelética, arrodillada delante de mí. Parece llevarla con él. ¿Para ir a dónde? Quizás hacia el solo punto luminoso del paisaje, tal vez hacia el fin de todo, hacia…la muerte! El caballo, que parece representar, al fin y al cabo, el caballero de la muerte.

  

Marine V.    Volver arriba

 

Entro en el cuadro y me encuentro en este paisaje con colores frías, misteriosas…
Una luz azul dulce y extraña viene a acariciar mi rostro. Perturbada y invadida por una sensación rara, vuelvo lentamente la cabeza y percibo, por en medio de esta bruma turquesa, una cadena de montañas con tintes azuladas… pero ni una vivienda, ni siquiera un árbol, ni el menor animal…
Avanzo de algunos pasos, y cuando menos lo espero, me doy cuenta que ando en la arena ! Pero no una arena ordinaria que podemos encontrar en las playas… una arena teñida con matizes verdes, de verde botella al verde manzana según la intensidad de la luz. Alzo la cabeza, y descubro con pavor  un caballo negro como el ébano. Su crines púrpura, en contraste con todo ese verde, me maravilla!! me aproximo al él con el fin de tocarle, para ver si todo esto es bien real… Pero en el momento de poner mi mano temerosa en esta cabellera roja violácea, la imagen se nubla y me despierto sobresaltada…

Auriane G.    Volver arriba

 

Acabo de pasar las Montañas Azules, estoy caminando a través de un desierto. El cielo es verde: seguramente va a llover no obstante puedo ver al sol que trasparece detrás de las nubes amontonadas. De repente veo a una figura que se dirige a mi, no me mira, no mira nada, sigue caminando sin preocuparse de lo que se encuentra en su camino.
Ahora el cielo se tiñe de verde oscuro cambiando el ambiente; ya no siento la serenidad de antes. Un caballo está bajando lentamente de este cielo de pesadilla. Se confunde con las nubes de verde espumoso. Se levanta delante de mi. No puedo hacer otra cosa,  que mirar. Quisiera irme corriendo pero mi cuerpo ya no me escucha. Un hombre aparece,  su larga cabellera ondeando detrás de él. Limpia con atención el caballo. Su pierna esquelética me cierra el paso, su piel rosa viva discorda extrañamente sobre el fondo verde. El miedo se adueña de mí. Sé por fin porqué estoy aquí, por este paisaje donde el sueño y la pesadilla se entremezclan constantemente. Lo he reconocido; El Caballero de la Muerte. Se vuelve hacía mí: es el fin, a mí me toca.

Manon T.    Volver arriba

Desde la sombra de su pierna, tengo que levantar la cabeza hasta el dolor para percibir el hombre en toda su altura. Arrodillado, su pelo bajando  por la espalda -a menos de que sean los crines del caballo o las nubes- ,el cuerpo esquelético borrándose en el agobiante aire verde, tiende hacia el cielo un sol vaciado de llamas como en una última ofrenda al Dios Caballo.
Un rincón del cielo y la cabeza del caballo difunden una luz verde irisada y proyectan sombras fantasmales sobre las tierras desiertas. En esta visión hologramática las piernas de carne del gigante me recuerdan de manera molestosa une realidad de dolencias, de padecimiento, de próxima muerte.
Una silueta enteramente velada avanza a pasos lentísimos hacia el Caballo -de pie, alcanza sólo el talle del hombre, no obstante, creo que no sea mas alto que un escarabajo junto de ella.
De la reunión de esos tres seres, difusos y agobiantes, emana une inquietante tensión que electrifica el vacío alrededor y lo hace insoportable.
No quiero saber lo que va a pasar al hombre, lo que el Caballo va a hacer del sol apagado -¿o es un corazón humano?- , ni lo que se tapa detrás de las velas de la silueta .¿pero cómo evitarlo?
Parece que mi existencia no es más que la contemplación, desde la sombra, de este espectáculo fascinante cuajado en un cuadro intemporal y macabro.

Cécilia T.    Volver arriba